TEXTOS PARA EL CASTING

A continuación os dejamos varios textos para la selección de actores del día 10.  Elige uno de los textos. Memoriza y ensaya las frases de uno de los personajes que interpretarás en el casting, a tu elección.  El personaje que hayas elegido no tiene que ser el que se te asigne en la obra, ya que intentaremos que desempeñes un papel que se ajuste a tu perfil y en el que te sientas a gusto.



TEXTO 1
El padre de Matilda llega a casa y enciende la tele a un volumen muy alto, sin tener consideración hacia Matilda que está leyendo. Al contrario, parece enfurecerse por verla leer, absorta disfrutando de la lectura, sin inmutarse por el televisor.

Sr Wormwood: ¿Será posible, la mocosa esta?... ¿No dejas nunca de leer?
Matilda: Ah... Hola, papá. ¿Qué tal? ¿Has tenido un mal día?

Sr Wormwood: ¿Qué es esta basura? ¿Eh?- Preguntó arrancándole el libro de las manos.

Matilda: ¡Oh, no!... ¡No es basura, papá, al contrario! Es tan bonito... -intentaba explicarse mientras alzaba los brazos para llegar a recuperar el libro y su padre la esquivaba y la apartaba-  Se titula El Pony Rojo, y es de un escritor americano que me encanta, John Steinbeck... Mmmm.... ¿por qué no lo lees? 

Sr Wormwood: ¿Pero qué dices, majadera ignorante?... ¿Leerlo yo? ¡Serás idiota! Si lo ha escrito un americano, seguro que es una porquería. Eso es lo que escriben todos...

Matilda: No papá, te lo prometo que no. Estás equivocado, es precioso. Trata de...(le interrumpe su padre, cada vez más enfadado)

Sr Wormwood: ¡¡No quiero saber de qué trata esta bazofia!!- rugió y el suelo tembló- ¡Estoy harto de tus lecturas! ¡Busca algo útil que hacer por fín!! - Y comenzó a arrancar a puñados las páginas del libro y a lanzarlas a una papelera, bajo la cara horrorizada de Matilda.

Matilda: ¡No!... ¿Cómo puedes hacer algo así?... ¿Cómo? ¡Para, papá, para! ¡Es un libro de la biblioteca y tengo que devolverlo! ¿Qué le diré ahora a la señora Phelps? - terminó diciendo mientras miraba las hojas esparcidas por el suelo.

Sr Wormwood: ¡Ja! -empezó a responderle su padre, con tono irónico y la sensación de que había triunfado ante su "tonta hija"- Tendrás que comprar otro entonces, ¿no? - y seguía arrancando páginas una a una, regodeándose ante Matilda, mientras le hablaba- ¡Dile hasta nunca!- Terminó diciendo mientras arrojaba contra el suelo las pastas, y salió del salón, dejando puesta la televisión.

Matilda:  No voy a llorar... no. Es lo que haría cualquier niño en mi lugar, pero no pienso llorar. Es lo que a él le gustaría, y no voy a darle ese placer - iba pensando en voz alta, mientras su cara reflejaba lo que estaba planeando como venganza-. Napoleón decía que cuando a uno lo atacan,lo que hay que hacer es contraatacar (...)






TEXTO 2


Matilda había empezado a entablar una especial amistad con Lavender, una niña de su clase, excepcionalmente pequeña para su edad, muy delgada, pero decidida, valiente y aventurera, tal y como era Matilda. Las dos tenían mucho en común y les gustaba estar juntas.

En los recreos todos hablaban de los castigos y reprimendas de la directora Trunchbull, muchos de ellos exagerados de boca en boca. 
En un rincón del patio estaban charlando Matilda y Lavender, y se les acercó una chica de quinto, enorme, con una bolsa de patatas que engullía a puñados y escupía migas de patatas al hablar, y que se llamaba Hortensia.

- Hortensia: ¿Qué? ¿Sois ganado nuevo, no? Pobrecitas. Bienvenidas al correccional. Que es lo mismo que deciros "bienvenidas al infierno" - les dijo mientras escupía trozos de patatas como copos de nieve-

- Hortensia: ¿Habéis conocido ya al "Toro"?- les preguntó haciéndose la entendida veterana del colegio.

- Matilda: ¿El Toro? ¿De qué hablas?

- Hortensia: De tu peor pesadilla: la directora Trunchbull.

-Lavender: La hemos visto desde la ventana de su despacho, observando la fila, pero aún no la conocemos - dijo sin mostrar ningún temor.

- Hortensia: Pues os ha tocado el premio gordo, jajaa - les dijo burlándose-. Odia a las niñas pequeñas. Ella cree que son larvas de gusano, inútiles seres llenos de mocos, pipí y caca - decía disfrutando mientras seguía comiendo con la boca abierta-
Si sobrevivís al primer año aquí, entonces podréis soportar el resto del tiempo dentro del colegio. Pero hay muchos que no salen vivos - les dijo recalcando cada palabra, esperando que mostraran el más mínimo temor.

- Tommy: Déjalas en paz, Hortensia. ¿Cómo puedes disfrutar metiendo miedo a todos los nuevos? Al final te convertirás en la siguiente señorita Trunchbull - le dijo al pasar delante de ellas, mientras jugaba con los compañeros, sabiendo lo que Hortensia solía hacer a principio de curso cada año-


- Hortensia: ¡Cállate lerdo! No tienes ni idea de lo que el Toro es capaz. Aún no has probado La Ratonera, pero este año seguro que te toca.

- Tommy: La Ratonera no existe, loca. ¡No inventes! Pero sí que he sufrido su lanzamiento por la ventana el año pasado. Y me rompí varios huesos. 

- Hortensia: Eso te pasó por comerte solo esos bombones de licor... jajaa. Y da gracias que te lanzó por la ventana del primer piso. Pero este año no te relajes, que seguro que inauguras la Ratonera también tú, que te crees muy listo.

- Tommy: No les hagáis caso, chicas y haced como yo. Intentad pasar desapercibidas y pedid a vuestras familias que os cambien de colegio. Yo no voy a tardar en irme. Y mientras tanto, no os peinéis con coletas ni trenzas.

- Matilda: ¿Coletas? ¿Ni trenzas?- dijo cogiéndose el pelo y muy extrañada de semejante consejo, aunque tranquilas porque lo llevaban suelto.
De repente se hizo un silencio sepulcral en el patio, parando en seco toda la algarabía de juegos.

- Hortensia: ¡Callaos! ¡Que viene! - les susurró, advirtiéndoles de la presencia de la srta. Trunchbull.

- Srta. Trunchbull: ¡¡Amandaaa!! ¡Amanda, ven aquí ahora mismo!- dijo a voces mientras había avanzado a zancadas por el patio, con unas tijeras en la mano, acercándose a una niña con pelo largo y trenzas.

- Amanda: Sí, srta. Trunchbull... -dijo temblándole la voz.

Srta. Trunchbull: ¡¿Quién le ha dado permiso para venir con esa melena y esas coletas? ¡¿Quién?! - vociferó

- Amanda: .... Mi, mi... mi madre, srta. Trunchbull- le dijo agarrándose las coletas, protegiéndolas.

Srta. Trunchbull: ¡Sabe su madre lo imbécil que es, srta. Amanda, dígaselo de mi parte! Y ahora córtese las coletas, ¡rápido! - le ordenó, dándole las tijeras.

- Amanda: ¡Nooo, no por favor! - gritaba aterrorizada, corriendo por todo el patio - ¡No, srta Trunchbull, le juro que lo compensaré, que haré lo que me pida, pero cortarme las coletas noooo!

-Srta. Trunchbull: ¡Alto, srta. Amanda, pare!- y terminó agarrándola por un brazo, para cogerla a continuación por las coletas y darle vueltas como si de lanzar jabalina o de lanzamiento de martillo se tratara, mientras Amanda gritaba despavorita, temiendo que le arrancara las coletas por la fuerza.













  










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